Para entender el LASIK por frente de ondas, debemos saber que la miopía, la hipermetropía y el astigmatismo se definen como aberraciones de bajo orden, y que por tanto existen aberraciones de alto orden que no pueden ser corregidas mediante el LASIK convencional, ni mucho menos mediante gafas graduadas ni lentes de contacto.

Las aberraciones de alto orden son aquellas que afectan a nuestra visión nocturna porque nos producen deslumbramiento o halos de luz, las que nos provocan visión doble, o las que nos impiden diferenciar ciertos matices de colores.

El LASIK por frente de ondas ha supuesto un avance considerable con respecto al LASIK convencional que corrige solo la miopía, la hipermetropía y el astigmatismo, ya que el frente de ondas permite una medición automática de las distorsiones más sutiles, posibilitando su corrección en mayor o menor medida para conseguir un mayo agudeza visual.

El LASIK por frente de ondas lo que hace es crear un mapa de nuestra córnea, este mapa es tan único como una huella dactilar, lo que hace que dos operaciones sean completamente diferentes, ya que este mapa se emplea luego para guiar al láser excímer en el tallado de nuestra córnea.

Es una técnica tan precisa que se puede utilizar para corregir las imperfecciones creadas por otros láser, y los resultados obtenidos son superiores a los que puede conseguir el LASIK convencional. No obstante, debemos tener en cuenta que estas aberraciones de alto orden afectan a un porcentaje pequeño de población, se estima que en torno a un 10% o 15% de las personas con defectos refractivos.

En cualquier caso, sigue siendo muy importante la labor del oftalmólogo, ya que es quien determina si una persona es buen candidato para el tratamiento LASIK por frente de ondas. Su experiencia y competencia serán factores determinantes para estimar las probabilidades de éxito.